La empatía con la naturaleza suele ir unida a su capacidad de distinguir y categorizar ejemplares biológicos y geológicos. Por ello, es habitual que desde niños, los individuos con una buena inteligencia naturalista coleccionen objetos como plumas, hojas y caracoles. Además de tener una fuerte conexión con el mundo natural, estas personas también adoran los libros y los documentales sobre naturaleza.
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